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Uno de los bolsos que crea Ana, perfecto para llevar a la playa o la oficina. / Larsson textil
En las últimas temporadas hemos vivido el retorno de piezas artesanales que nos recuerdan a épocas pasadas. Y es que cada día se valora más lo hecho a mano, la calidad de los artículos y, sobre todo, el respeto por el medioambiente. Rescatar la herencia artesana de antaño era la ilusión de Ana Oliver, una joven vizcaína de 26 años asentada en San Sebastián que hace menos de un año creó su firma Larsson Textil para dar forma a bolsos únicos 'made in Euskadi'.
Como el nombre de la propia marca indica, la firma tiene un claro origen nórdico. «Mi abuela es sueca y mi madre decidió estudiar allí diseño. Una de las asignaturas fue la artesanía textil y es ahí donde aprendió a tejer de manera tradicional», cuenta esta emprendedora. Tras su aventura, su madre volvió a Sopela y decidió abrir un taller de artesanía con telares de madera antiguos, además de impartir clases y vender sus propias piezas.
No es de extrañar que habiendo crecido rodeada de artesanos, bastidores y tejedores, Ana siguiese vinculada a este oficio. Tras estudiar arquitectura en el campus de San Sebastián, decidió aparcar el máster que cursaba para lanzarse a la aventura de convertir su vida en un paraíso creativo. «Durante la carrera, nunca dejé de tejer. En aquel momento, empecé a hacer bolsos para mis amigas y familiares», recuerda. Un día recibió la llamada de una compañera para trabajar en una tienda de decoración. «Empecé a enfocar mi vida hacia la tejeduría creando un proyecto basado en la artesanía», precisa.
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Hoy Ana tiene su taller en casa. «Cuando me mudé buscaba una vivienda donde pudiera meter mis telares», cuenta. Su hogar no sólo se ha convertido en un espacio acogedor para tejer; también en su propia escuela. En el comedor, da clase a cinco alumnas. «Ellas se encuentran en un nivel de iniciación, por lo que trabajan con bastidores pequeños. Está claro que en el momento en el que avancen tendré que pensar otras alternativas», responde con un tono risueño.
Ana Oliver con uno de sus telares. / L.T.
Tejer una tela de manera artesanal lleva detrás muchas horas de trabajo, una rigurosa selección de la materia prima, una idea premeditada del diseño de la tela y un patrón para realizar la pieza. Reconoce que el haber estudiado arquitectura, no solo le ha proporcionado diferentes herramientas digitales para crear los patrones, sino que también le ha aportado prácticas ideas para el diseño. «Sólo tengo cuatro patrones. Cada uno de ellos está muy estudiado y trabajado para crear un bolso bonito y útil», afirma.
La singularidad de estos cuatro modelos, más allá del propio diseño, se encuentra en los nombres. «Una de las costumbres suecas es darse un chapuzón antes de ir a cenar en uno de los lagos más cercanos a las casas. Por ello, haciendo un pequeño guiño a mis raíces familiares y a mis veranos en el país nórdico, los bolsos llevan nombre de lagos y ríos suecos: Röne, Otta, Dala y Åby», explica.
Los diseños son geométricos, «sencillos y actuales», siempre combinados con las telas que crea ella misma desde cero con materiales como la lana, el lino y el algodón. «La materia prima la obtengo de pequeñas empresas 'made in Spain' y suecas», desvela.
El modelo Åby de Larsson Textil Design. / L.T.
Como gran amante de la piel, hace un tiempo decidió dar el salto añadiendo pequeños trozos de este tejido, consiguiendo mayor firmeza y una mejora estética de los artículos. «Empecé con bolsos que eran sólo de tela, pero tras investigar el mundo del cuero, decidí añadirlo a mis creaciones». De hecho, a pesar de no poseer una máquina exclusiva para coser la piel, muchos de los remates los hace a mano o con su máquina industrial. «Todo me lo ha enseñado mi madre. Pero como ella no sabe trabajar la piel, me he convertido en toda una autodidacta», cuenta agradecida.
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Sus piezas pueden adquirirse en lugares como la tienda del Puerto Deportivo de Getxo 'MuchArt', en el Museo Balenciaga de Getaria; en Eibar (Gigil Design), y en la cadena de tiendas Six Store. Sólo disponen de un modelo en cada una de las tiendas y, como subraya esta artesana vizcaína, «aunque quisiera, no podría hacer dos iguales».