La prohibición de las bolsas de plástico se detiene durante la pandemia

2022-05-20 19:25:09 By : Mr. David Wang

Las bolsas de plástico se apilan en montañas blancas en el relleno sanitario de la ciudad de Chihuahua, donde el espacio y el tiempo se están agotando.

El vertedero sirve a cerca de un millón de personas y se extiende por un área en la que podrían caber más de 65 canchas de fútbol. Cuando se inauguró en 1993, se estimaba que duraría hasta 2028, pero la Dirección de Servicios Públicos Municipales ahora proyecta que alcanzará su capacidad máxima el próximo año.

“Hay basura por todas partes; ni siquiera puedes salir sin ver el cubrebocas desechado de alguien”, dice Martha Alejandra Diabb Sánchez, una de las líderes del Proyecto Realidad Climática de Chihuahua, una delegación de la organización ambiental fundada por el ex vicepresidente de Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz, Al Gore.

El movimiento ambientalista de México se llenó de entusiasmo en agosto de 2019, cuando Chihuahua se convirtió en el último estado en prohibir la venta y el uso de bolsas de plástico de un solo uso, pero la pandemia provocó un gran revés. Durante los períodos de confinamiento, los desechos médicos y domésticos del país aumentaron en más de 80 000 toneladas por día, según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático.

Activistas como Diabb dicen que tienen que volver atrás y recordarle a la gente que la COVID-19 no es la única amenaza para la salud de su comunidad.

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En una encuesta realizada por el Banco Mundial en 2018, el 90% de las y los mexicanos encuestados expresaron su preocupación por el uso de artículos no reciclables de un solo uso, la mayor cantidad de personas en los 15 países encuestados. Entre los países de América Latina y el Caribe, México fue el segundo mayor generador de plásticos después de Brasil, según un informe publicado en 2020 por el Banco Interamericano de Desarrollo, a pesar de restringir los plásticos de un solo uso en 20 de sus 32 estados.

“Nos hemos quedado rezagados con respecto a otros países en términos de cómo manejamos nuestros desechos”, dice Nancy Jiménez Martínez, investigadora adjunta del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México. México se encuentra en el onceavo lugar entre los 15 países que producen la mayor cantidad de residuos plásticos de un solo uso, pero no existe una ley nacional que los prohíba, dice, en comparación con China y Francia.

En Chihuahua, las multas por infringir la prohibición de bolsas de plástico oscilan entre los 2000 ($97) y los 250 000 pesos ($12 200). Sin embargo, las autoridades se han abstenido de aplicarlas, señalando que los artículos de un solo uso eran necesarios para cumplir con los requisitos de seguridad del coronavirus. El impacto negativo de la pandemia en la economía y la mano de obra disponible también planteó obstáculos, dice Gilberto Wenglas Lara, director de ecología de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología.

“Los negocios decían que estaban en una mala situación económica por la pandemia y, en ese sentido, por eso no aplicamos multas”, dice Wenglas, y añade que cerca del 80% de su departamento contrajo COVID-19 en los últimos dos años.

Además de los cubrebocas desechables, los guantes, los paquetes de entrega y los recipientes de comida para llevar que se volvieron omnipresentes durante la pandemia, las bolsas de plástico recuperaron su lugar en los supermercados y en las tiendas, incluso en aquellas que alguna vez vendieron bolsas reutilizables o que alentaban a la clientela a llevar las suyas.

“Viendo que no hubo sanciones y con la llegada de la pandemia hubo una relajación total”, dice Laura González, asesora parlamentaria de Morena, el partido político que propuso las prohibiciones y que ahora pide una aplicación más rigurosa.

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Desde Wuhan, China hasta Chihuahua, México, la cantidad de basura generada por hospitales y hogares de todo el mundo aumentó durante la pandemia. En EE. UU., el alza osciló entre un 30% y un 50%, según la investigación de Jiménez. En Singapur, durante un confinamiento de ocho semanas, tan solo los envases de comida para llevar generaron 1470 toneladas de desechos plásticos.

Antes de la pandemia, la Organización para la Cooperación Ecológica de Chihuahua, un grupo ciudadano, enviaba camiones de reciclaje a escuelas, iglesias, conjuntos habitacionales y colonias en las afueras de la ciudad. A marzo de 2022, aún no habían retomado por completo sus operaciones.

“Es muy triste porque toda esa basura que no se separó, el plástico, por ejemplo, se envió al vertedero”, dice Judith Torres, fundadora de la organización.

De marzo de 2020 a enero de 2022, según las prácticas habituales de eliminación de residuos de la ciudad, más de 2 toneladas de plástico deberían haber llegado a la planta de reciclaje principal. En cambio, el personal de la planta dice que llegó menos de 1 tonelada. Torres afirma que el resto, incluido el aumento de productos desechables relacionado con la pandemia, fue directamente al vertedero.

A través de programas educativos en escuelas y eventos comunitarios, su organización recuerda a la población que pueden marcar la diferencia si usan bolsas de tela en lugar de bolsas desechables.

“Hablamos del reciclaje porque se tiene que hacer, pero para nosotros es la peor mejor solución que tenemos”, dice Torres. “Lo mejor sería dejar de utilizar plásticos y así no sería necesario reciclar. Eso sería lo ideal”.

Un grupo se ha beneficiado de la situación: los 900 pepenadores de la ciudad, quienes ganan hasta 1000 pesos ($49) al día por separar papel, cartón, vidrio y plástico de otros desechos y venderlos en los centros de reciclaje.

“El plástico que llegaba al vertedero aumentó entre un 80 y un 90% cuando la pandemia estaba en su punto más fuerte; fue un buen negocio para nosotros los recolectores de plástico”, dice Javier Chacón, que ha trabajado en esta industria informal durante 21 años.

A medida que las autoridades buscan un nuevo sitio para un vertedero y la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología se esfuerza por fortalecer la prohibición de plásticos de 2019, Diabb y más activistas ambientales seguirán motivando a la población para que eviten generar más desechos de los necesarios; por su propia salud así como también por el bien del planeta.

“El viaje que ese plástico termina tomando significa que lo respiraremos o lo comeremos. No hay otra alternativa”, dice Diabb.

Esta historia fue publicada originalmente por Global Press Journal.

*Lilette A. Contreras es reportera de Global Press Journal, y se encuentra en Cuauhtémoc, México. Comuníquese con ella en Twitter o por correo electrónico.

México tiene una estratégica frontera terrestre de la que no se habla mucho.

Además de los temas de economía, migración y seguridad que suelen protagonizar los debates sobre su frontera norte con Estados Unidos y la que tiene en el sur con Guatemala, también ahí comparte límites con otro país mucho más pequeño y menos poblado: Belice.

Pero convencido de su importancia, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, lo incluyó en su primera gira latinoamericana que celebra estos días para “profundizar la agenda política, de cooperación, turística, cultural y comercial” entre ambos países.

“Belice se ha posicionado como un importante interlocutor de México en el Caribe, no solo por la vecindad geográfica que nos une (…) sino porque este país mantiene sólidos lazos con los estados del sureste de México (Quintana Roo, Yucatán y Campeche) y representa un puente relevante con esa región caribeña”, dice la agenda de este viaje oficial.

La embajadora de México en Belice, Martha Zamarripa, reconoce que para muchas personas el país centroamericano “no está en el radar” y que algunas incluso llegan a pensar que es parte de México.

“Pero lo que es cierto es que Belice es un aliado estratégico para México. Siempre que le solicitamos su voto en foros regionales, nos lo da. Y si por razones políticas se puede ver afectada su relación con Caricom (Comunidad del Caribe), en contadas ocasiones se abstiene, pero nunca vota contra una posición de México”, dice en entrevista con BBC Mundo.

Su contraparte en México, el embajador beliceño Oscar Lorenzo Arnold, coincide y opina que el hecho de que su idioma oficial sea el inglés, como antigua colonia inglesa, puede explicar el hecho de que muchos mexicanos vean su relación más lejana de la que tienen con el resto de Centroamérica.

“Nuestra relación con México es histórica. Fue el primer país que reconoció nuestra independencia en 1981 al mandar a su embajador solo dos días después. El apoyo de México fue clave”, asegura el diplomático.

Además de la línea divisoria marítima en la bahía de Chetumal, la frontera en tierra firme de México y Belice es de unos 150 kilómetros, la mayoría delimitada por el río Hondo.

Tres puntos fronterizos regulan el paso de uno a otro lado. En 2019, se registraron más de 560 mil entradas en la frontera México-Belice. Con motivo de la pandemia, este último mantuvo cerrada su frontera hasta el pasado febrero.

En situación de normalidad, la vida a ambos lados de la frontera transcurre de manera cotidiana con personas cruzando al otro lado —especialmente, beliceños hacia México— para hacer sus compras, turismo, buscando entretenimiento o incluso servicios médicos.

“Es una gran ventaja para comunidades fronterizas en Belice que pueden salir a conseguir tratamiento de enfermedades como el cáncer a Mérida o Campeche. Es un turismo médico”, dice a BBC Mundo el embajador Arnold, quien también destaca la existencia de una zona franca en suelo beliceño a donde acuden algunos mexicanos a comprar.

Zamarripa subraya cómo esta llegada de beliceños deja enormes beneficios económicos en la frontera mexicana.

“El dólar beliceño les cunde mucho en México, pasar a Chetumal es paseo obligado para muchos los fines de semana. En cambio, la ausencia de beliceños por la pandemia nos afectó mucho económicamente porque buena parte de sus ingresos provienen de Belice”.

Como en la mayoría de zonas fronterizas, sin embargo, también existen problemas de seguridad relacionados con narcotráfico, crimen organizado o migración irregular aunque, dado su pequeño tamaño, los embajadores descartan que pueda compararse a otras grandes fronteras.

“Hay situaciones que hay que resolver, como el tema de cruzar droga que Belice trata de controlar. Pero realmente, del lado mexicano, no se podría decir que represente un grave problema para México”, según Zamarripa.

Arnold destaca por su parte el incremento en la llegada de migrantes que tratan de cruzar su frontera de manera irregular hacia México y después a Estados Unidos.

“Las rutas están cambiando y ahora algunos llegan a Belice. Antes eso no pasaba. Obviamente, no son los números que vemos pasando de Guatemala a México, pero ya estamos poniendo recursos para evitar que crucen”, dice, a la vez que subraya el “impacto” que podría tener la llegada de miles de migrantes a la frontera de un país, Belice, con menos de 400 mil habitantes.

La relación comercial entre ambos países —que el año pasado generó cerca de 139 millones de dólares— es también importante, especialmente para Belice, que tiene en México a su segundo socio después de Estados Unidos.

México es, por ejemplo, el principal proveedor de electricidad y segundo de gas natural para Belice, que se ve obligado a comprar más del 50% de la energía nacional para su población.

De Belice a México, por su parte, se exportan animales vivos de la especie bovina o camarones, entre otros.

Desde hace años, ambos países negocian un tratado que facilite el comercio entre ambos y que, según el embajador Arnold, podría materializarse pronto tras un cambio en la visión estratégica beliceña.

“Antes, el gobierno de Belice estaba más enfocado a Caricom que a Latinoamérica. Pero ese pensamiento está cambiando y trabajamos para ser más parte de Centroamérica y la región. El trabajo respecto a este tratado se avanzó más en un año que en todo el tiempo anterior”, asegura.

La relación es tan cordial que, según la embajadora Zamarripa, Belice les ha ofrecido aprovechar su pertenencia a la Comunidad del Caribe para poder vender allí productos mexicanos.

“Nos dijeron que podríamos entregar nuestros productos a Belice, donde le añadirían algo adicional, para exportarlo a las islas del Caribe y que ese producto mexicano entrara sin pagar aranceles. Es una relación excelente”, cuenta.

Sin embargo, gran parte de la inversión mexicana en Belice se centra en el turismo, un sector para el que el país centroamericano tiene grandes atractivos como el segundo arrecife de coral más grande del mundo, su famoso sumidero Gran Agujero Azul o los resorts de lujo en cayos paradisiacos.

Los beliceños, por su parte, cruzan a México para disfrutar de los cercanos arenales de Cancún, Playa del Carmen o Bacalar.

Hay, sin embargo, otras áreas en las que se podría avanzar en la relación bilateral.

El embajador Arnold apunta a temas culturales. “Somos una gran hermandad desde que ambos somos parte del mundo maya y que tenemos familiares que viven en uno u otro país”.

Por ello, dice que promoverá su país para que Belice sea más conocido en el centro y norte de México.

Zamarripa apuesta por la inclusión de Belice en el Tren Maya, deseo que el gobierno beliceño ya expresó en 2021 pero que no se ha concretado.

“Imaginemos todo lo que puede implicar para los dos países y como primer paso para la integración de América Latina y el Caribe”, dice la embajadora sobre uno de los proyectos estrella de López Obrador y cuya construcción entre Cancún y Tulum permanece paralizada por orden de los jueces, hasta que se aclare su impacto ambiental.

Puede que alguno de estos puntos haya sido tratado en el viaje que López Obrador realizó este sábado a Belice y que, en palabras de ambos diplomáticos, ha despertado gran interés después de que el primer ministro beliceño, John Briceño, visitara México en dos ocasiones y se reuniera con su homólogo mexicano.

Según Zamarripa, “en Belice hay gran expectativa y el gobierno nos ha dicho que la visita de un presidente mexicano es algo muy grande después de que en conversaciones previas se viera que había muchos puntos en común entre ambos mandatarios”.

“Esperamos que nuestra relación crezca. Tenemos que agradecer a México por el envío de vacunas contra la COVID-19, por la oferta de becas… y porque, pese a que somos un país pequeño, los mexicanos cuando estamos en la mesa de diálogo nos dan todo el respeto y la importancia que a cualquier otro país”, concluye Arnold.

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